• 13 de Junio: Desplazamientos progresivos del placer (1974).
• 20 de Junio: La bella cautiva (1983).
• 27 de Junio: Es Gradiva que te llama (2007).
La obra escrita y cinematográfica de Robbe-Grillet (1922-2008) ha llamado la atención de intelectuales reconocidos como Barthes, Bataille, Bersani, Blanchot, Deleuze, Foucault, Genette y Sollers. También se lo vincula –junto con Resnais, Marker y Duras– a la llamada Rive Gauche.
A este movimiento cinematográfico que algunos críticos han asociado, no sin error, a la Nouvelle Vague. Sin embargo, Robbe-Grillet ha discrepado con el movimiento de la Nouvelle Vague emparentado con autores de Cahiers du cinéma como Trufaut a quien acusaba de ser realista y comercial. La Nouvelle Vague defendía la espontaneidad y el rodaje en exteriores, recurriendo a veces a la improvisación y a innovaciones técnicas, con un rodaje sin iluminación artificial, cámara al hombro, en locaciones naturales. A este estilo se lo ha llamado caméra-stylo, ya que se decía que si el escritor escribe con una pluma o un bolígrafo, el director escribe con su cámara.
Las películas de Robbe-Grillet se enmarcan en un cine que buscó modificar sus normas narrativas y temáticas, promoviendo un cine de autor que atacaba a las producciones que sólo se ocupaban de las buenas adaptaciones literarias y se olvidaban de aportar su punto de vista personal a la obra –en contraposición al neorrealismo italiano cuyo ideal era mostrar la realidad tal cual era para que la única interpretación fuera la del espectador–, pero sin renunciar a la belleza y a la calidad en los films que la Nouvelle Vague rechazaba.
Robbe-Grillet inventa una forma de escribir y filmar que llama “disnarración”. La disnarración va a contrapelo, de esa forma del relato que impone la imagen de un universo estable, coherente, continuo, unívoco, completamente descifrable. En susEstudios sobre cine, Deleuze afirma: “Lo disnarrativo funciona como una operación de contestación a la narrativa en sí misma. Lo disnarrativo busca quebrar la ilusión de la narrativa como modelo de verdad, es decir, su lógica causal (una secuencia causal de acontecimientos: viene uno detrás de otro y a causa de otro), su referencialidad (la narrativa como reproducción o relación de lo que sucede o de lo que sucedió) y su transparencia (ella no reproduce sino representa o informa sobre lo que sucedió)”.
Es con esta disnarración, que Robbe-Grillet escribe y filma los juegos del erotismo. Y así dice: “Vencer y someterse. Confesarse ‘cosa’ y forzar. Poseer y sufrir… No existe vida erótica sin dichos excesos, dicha injusticia. Pero nadie debería seguir pretendiendo que los roles fueron atribuidos de antemano: el hombre arriba, la mujer abajo, para siempre. Todos los casos son admisibles. Todos los cambios son deseables. Y si nos interesa la inversión del arquetipo SM, hay que leer cada semana los avisos clasificados de Libération, donde señores de todas las edades reclaman desesperadamente una dominadora, cruel de preferencia”.
En este juego, es el jugador quien inventa el juego y el jugador es el espectador/lector mismo –aunque Robbe-Grillet no exige que deba someterse a las reglas del juego que impone el artista/autor. Las imágenes que la mirada robe aquí o allí no son nada más que imágenes. Hay que cuidarse de adjuntarles una significación como si fuera su naturaleza inherente, pues no tienen otra significación que aquella que se les impone. Extraer de la experiencia erótica y sus formas (dis)narrativas un orden reasegurador o desesperado, es el espectador/lector quien lo produce, por pereza o por miedo.
A este movimiento cinematográfico que algunos críticos han asociado, no sin error, a la Nouvelle Vague. Sin embargo, Robbe-Grillet ha discrepado con el movimiento de la Nouvelle Vague emparentado con autores de Cahiers du cinéma como Trufaut a quien acusaba de ser realista y comercial. La Nouvelle Vague defendía la espontaneidad y el rodaje en exteriores, recurriendo a veces a la improvisación y a innovaciones técnicas, con un rodaje sin iluminación artificial, cámara al hombro, en locaciones naturales. A este estilo se lo ha llamado caméra-stylo, ya que se decía que si el escritor escribe con una pluma o un bolígrafo, el director escribe con su cámara.
Las películas de Robbe-Grillet se enmarcan en un cine que buscó modificar sus normas narrativas y temáticas, promoviendo un cine de autor que atacaba a las producciones que sólo se ocupaban de las buenas adaptaciones literarias y se olvidaban de aportar su punto de vista personal a la obra –en contraposición al neorrealismo italiano cuyo ideal era mostrar la realidad tal cual era para que la única interpretación fuera la del espectador–, pero sin renunciar a la belleza y a la calidad en los films que la Nouvelle Vague rechazaba.
Robbe-Grillet inventa una forma de escribir y filmar que llama “disnarración”. La disnarración va a contrapelo, de esa forma del relato que impone la imagen de un universo estable, coherente, continuo, unívoco, completamente descifrable. En susEstudios sobre cine, Deleuze afirma: “Lo disnarrativo funciona como una operación de contestación a la narrativa en sí misma. Lo disnarrativo busca quebrar la ilusión de la narrativa como modelo de verdad, es decir, su lógica causal (una secuencia causal de acontecimientos: viene uno detrás de otro y a causa de otro), su referencialidad (la narrativa como reproducción o relación de lo que sucede o de lo que sucedió) y su transparencia (ella no reproduce sino representa o informa sobre lo que sucedió)”.
Es con esta disnarración, que Robbe-Grillet escribe y filma los juegos del erotismo. Y así dice: “Vencer y someterse. Confesarse ‘cosa’ y forzar. Poseer y sufrir… No existe vida erótica sin dichos excesos, dicha injusticia. Pero nadie debería seguir pretendiendo que los roles fueron atribuidos de antemano: el hombre arriba, la mujer abajo, para siempre. Todos los casos son admisibles. Todos los cambios son deseables. Y si nos interesa la inversión del arquetipo SM, hay que leer cada semana los avisos clasificados de Libération, donde señores de todas las edades reclaman desesperadamente una dominadora, cruel de preferencia”.
En este juego, es el jugador quien inventa el juego y el jugador es el espectador/lector mismo –aunque Robbe-Grillet no exige que deba someterse a las reglas del juego que impone el artista/autor. Las imágenes que la mirada robe aquí o allí no son nada más que imágenes. Hay que cuidarse de adjuntarles una significación como si fuera su naturaleza inherente, pues no tienen otra significación que aquella que se les impone. Extraer de la experiencia erótica y sus formas (dis)narrativas un orden reasegurador o desesperado, es el espectador/lector quien lo produce, por pereza o por miedo.
Extraído de Marcelo Real, “Disnarrativas de un eros”, En De eros y philia, Ediciones de la Fuga, Montevideo, 2013.
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